Encontro Internacional de Partidos Comunistas

Intervencion del Partido Comunista de Bolivia

    
FRENTE A LA REACCIÓN, UNIDAD DEL CAMPO
POPULAR Y REVOLUCIONARIO

    Con el ascenso de Evo Morales al poder ejecutivo el 22 de enero pasado se ha producido en Bolivia, un significativo cambio de gobierno y se ha abierto un período caracterizado como un proceso político de tipo avanzado, democrático y popular con contenidos antioligárquicos y antiimperialistas.  Este proceso político se ha iniciado con el ascenso al gobierno de una representación política con una oferta antineoliberal, sustentada por una amplia base popular y una disposición de las masas populares que protagonizaron el rechazo al antiguo modelo neoliberal y capitalista, que se impuso en el país con el Decreto Supremo 21060. Este decreto no era, sino la traducción boliviana del llamado Consenso de Washington, base ideológica y concepción económica del neoliberalismo.
    En el curso de 20 años la confrontación con una realidad cada vez más adversa y cruel para la existencia de los trabajadores, la pérdida de sus derechos, la desocupación y la degradación extrema de sus niveles de vida, de por sí ya bajos, contribuyó a la toma de conciencia que se expresó en acciones cada vez más decididas. Entre los hitos de esta resistencia, cada vez mayor, se halla el estallido de la denominada “guerra del agua”,  de Cochabamba, en abril del 2000. Fue la primera que logró, en los hechos, expulsar a una transnacional. Luego los movimientos  de septiembre y octubre del 2000; enero del 2002 y febrero del 2003. En particular este último fue una confrontación que sacudió a la sociedad boliviana tras un intento de gravar los salarios que provocó  el estallido de la furia popular,  acompañada de un amotinamiento de los policías y finalmente un enfrentamiento cruento.
    La maduración fue apreciada  como una situación revolucionaria que, en efecto, se despliega en Octubre del mismo año y que se plantea como cuestión central la sustitución del gobierno de Sánchez de Lozada, identificado como el verdadero mentor del modelo,  como  punto capital, para la solución de la crisis política.  Las masas habían puesto en el orden del día: la recuperación del “gas para los bolivianos”,  un referéndum que definiera la política de hidrocarburos y la realización de una Asamblea Constituyente (AC). Es en estas condiciones cuando se produce el movimiento de masas  que logra poner en fuga al presidente neoliberal.
    Pero el estado insurreccional de las masas en Octubre no logra sustituir efectivamente a los representantes políticos del orden dependiente. Les sucede una especie de neoliberalismo “light”. Ratificando que son las acciones y los movimientos de masas los verdaderos motores de los cambios políticos, en la experiencia de los últimos años,  el sistema político boliviano y ante todo el parlamento y los partidos tradicionales estuvieron casi ausentes en la solución a las crisis políticas. Tanto en octubre del 2003, como en junio de 2005 el parlamento se limitó a sancionar los traspasos  en la presidencia. El desprestigio de los partidos de  derecha y conservadores, su falta de credibilidad, su deterioro por la corrupción produjo su aislamiento y hasta el franco repudio de las masas. Los partidos de izquierda tampoco jugaron un papel determinante en el desenlace de los acontecimientos y sufrieron una aparente sustitución por los movimientos sociales.
    Dadas las circunstancias antes examinadas, en las elecciones de  diciembre del 2005 resultó ganador el Movimiento al Socialismo (MAS) y su candidato presidencial Evo Morales. Al lograr 53, 7% de los sufragios, obviamente, la derecha sufrió la más humillante de sus derrotas, en los últimos 50 años. Las luchas populares habían ido dando una acumulación de fuerzas y un permanente aumento de la conciencia popular que exigía cambios reales y poner fin al neoliberalismo. Es decir, la razón esencial que movilizó y cautivó el voto por Evo Morales fue de contenido social, en el sentido que representaba el movimiento y la confrontación de las fuerzas y clases sociales populares en el interior del país y la posición por la soberanía y la dignidad nacional, que presuponía una postura antiimperialista.

Como señala el IXº Congreso Nacional del PCB realizado en julio del presente año, a partir de su posesión el gobierno de Evo Morales ha dado pasos que significan un importante avance: el inicio de la recuperación del derecho propietario sobre los hidrocarburos; la suscripción de importantes convenios con Venezuela para la industrialización del gas; la preparación del reparto de tierras fiscales y la liquidación del latifundio improductivo. Ha iniciado una amplia campaña de alfabetización e igualmente otra amplia campaña de extensión de la atención médica a sectores hasta ahora marginados de la misma. En ambos casos cabe destacar la gran ayuda solidaria y fraternal de Cuba. Otros aspectos que caracterizan al actual proceso se refieren a la incorporación del gobierno de Morales a acuerdos de integración económica y social como el ALBA (Alternativa bolivariana para las Américas) y el TCP (Tratado de comercio de los pueblos); aproximación a tratados económicos como el del MERCOSUR y el rechazo a los de libre comercio impuesto que irían en detrimento de un desarrollo soberano y beneficioso para el país. Por último debe señalarse que se observan propósitos de una conducción transparente, lo cual es loable, sobre todo por la experiencia negativa que dejaron los gobiernos neoliberales desde 1985.

Corresponde apreciar positivamente las medidas progresistas pero, al mismo tiempo, indicar que éstas aún no rebasan los marcos de un programa progresista y democrático sin apuntar aún firmemente a superar la dependencia y sobre todo las formas de manejo y desarrollo del país en los marcos del capitalismo. Se reafirmó la posición partidaria, de lucha y línea comunista, para que el proceso boliviano adquiera un carácter más definido en el plano democrático, popular, antioligárquico y antiimperialista que asegure, más adelante, un período de transición hacia formas superiores de organización social, es decir que el RESCATE DE LA PATRIA, TENGA RUMBO HACIA EL SOCIALISMO.

El IXº Congreso analizó los peligros que acechan al proceso, sobre todo por la escalada de acciones desestabilizadoras de la reacción, particularmente de las clases dominantes del Oriente y la creciente actividad de grupos de inspiración fascista. Señaló la necesidad de denunciar y explicar al pueblo, sobre todo al pueblo oriental, para no dejarse ofuscar por sentimientos regionalistas y hasta separatistas que hoy se esconden detrás de la máscara del autonomismo. En ese sentido se dijo que la acción del Partido, de los simpatizantes y amigos de la izquierda real y la bancada del  MAS, deberán, en el seno de la Asamblea Constituyente, actuar con coherencia, con un profundo conocimiento de la realidad nacional  y sobre todo con la divisa de defender la UNIDAD DE LA REPÚBLICA, LA DEMOCRACIA Y EL DESARROLLO SOBERANO,  en el marco de la INTEGRACION Y LA SOLIDARIDAD LATINOAMERICANAS.

Debe incidirse en la urgencia de concretar la más amplia y democrática compactación de las fuerzas políticas de la izquierda, de las organizaciones sindicales y sociales en un ENTE POLÍTICO AMPLIAMENTE ANTINEOLIBERAL. Éste deberá desterrar los métodos verticales y hegemónicos de manejo del Estado, de las instituciones públicas y de las propias organizaciones sociales. Al mismo tiempo que lucha consecuentemente por la unidad, el IXº Congreso acordó la necesidad de desplegar una gran batalla ideológica y de esclarecimiento político que trascienda sus filas para movilizar a las masas populares y junto con ellas arribar a nuevas metas de progreso social, de genuina democracia y de soberanía para la Patria.

Actualmente, Bolivia atraviesa una situación política sumamente compleja y delicada con grave peligro para la continuidad del proceso democrático y progresista iniciado en enero. Entre los factores que ocasionan esta situación resaltan los siguientes:

-    Aprestos desestabilizadores digitados por el imperialismo yanqui y ejecutados en el país, sobre todo por la oligarquía oriental y los partidos de la derecha reaccionaria. Paros y bloqueos; reuniones de los prefectos y comités cívicos que controlan y desplantes a la investidura del Presidente de la República. Anuncios de autoconvocar a una Asamblea Constituyente paralela e incluso realizar un referéndum de inocultable intencionalidad separatista.
-    Huelga “cívica” e intents de obligar a la población de cuatro departamentos a paralizar actividades, reapareción de grupos de choque, escuadras de matones. En cumplimiento de sus planes subversivos, promueven un estado de desorden social y conmoción civil para arrastrar al país a una situación caótica.
-    Planes de la derecha reaccionaria para desembocar en una guerra civil secesionista; organización y el rearme de antiguas formaciones paramilitares. Así, en el oriente boliviano han sido detectados elementos extranjeros preparados para perpetrar actos criminales contra las filas de la propia oposición separatista o realizar sabotajes en instalaciones importantes y culpar de ello al oficialismo.
-    Incremento de la presencia de tropas norteamericanas en la base “Establecimiento operativo avanzado” en Estigarribia, Paraguay. El imperialismo prepara mecanismos, incluso diplomáticos que, en determinado momento e invocando la “Carta Democrática” de la OEA, propicien la intervención y la ocupación territorio.
-    Creación de un ambiente de caos y de desgobierno infiltrando a las organizaciones sociales y sindicales a las cuales se incita a exigir la satisfacción de reivindicaciones y aspiraciones difíciles de cumplir acude a elementos provocadores que, utilizando un lenguaje falazmente popular o de izquierda, logran confundir a algunos sectores populares y los conducen a tomar medidas  absurdas.
-    Por otra parte, fallas y errores del gobierno generan desánimo, pesimismo o alientan la frustración del pueblo. Hay vacilaciones, gruesas contradicciones y falta de homogeneidad en el poder central, agravada por el desorden del MAS. Se advierte la existencia de un entorno presidencial que frena la aplicación de las medidas por las cuales el pueblo votó mayoritariamente. No es un entorno “blancoide-mestizo”; nada tiene que ver el color o las diferencias nacional-étnicas o culturales. Sino de disputa política entre pseudorevolucionarios u oportunistas y servidores de las transnacionales en contra de quienes verdaderamente quieren desarrollar un programa de liberación nacional y social.  
-    Otras fallas se refieren a la incapacidad de gestión en ministerios y reparticiones públicas que tiene origen en la permanencia de funcionarios de los regímenes neoliberales pasados y la presencia de carreristas o prebendalistas de reciente adscripción al MAS. Otra causa es la inadecuada ubicación de cuadros en funciones de dirección; hay funcionarios hasta bien intencionados, pero cuya preparación no está a la altura de las necesidades del momento.
-    Asimismo, la Asamblea Constituyente instalada desde agosto pasado es otro importante escenario donde se libra la pugna de intereses opuestos: del progreso y del conservadurismo.
           Se pretende entrabar la Constituyente bajo el pretexto aritmético sobre el porcentaje de votaciones que solo defiende la vieja institucionalidad neoliberal, en el criterio de cerrar el paso a las tendencias progresistas y de cambio estructural del país. Claro está que el discurso de la “legalidad y la democracia” es un taparrabos de los operadores del conservadurismo con piruetas cívicas, empresariales y prefecturales, para bloquear la viabilidad del proceso de cambio estructural. El atrincheramiento regionalista  responde a la oposición a los reales alcances que tendrá la nueva Constitución de cara a las reivindicaciones  de los trabajadores del campo y la ciudad, en resguardo de la soberanía efectiva sobre nuestros recursos naturales y la autodeterminación de Bolivia.  

Sin embargo, el proceso y el gobierno encabezado por el c. Evo Morales es aún muy nuevo, tiene apenas algo más de 9 meses; es posible rectificar los rumbos, mejorar la gestión de gobierno, precisar los objetivos y depurar el aparato del Estado de los elementos saboteadores y enemigos encubiertos. El pueblo no ha perdido la lucidez necesaria para rechazar los intentos de subvertir el país, de provocar enfrentamientos entre bolivianos de distintas regiones y de poner en peligro la unidad nacional y la democracia.

A partir de los antecedentes del curso del proceso sociopolítico boliviano, corresponde puntualizar que la tendencia predominante se resume en los siguientes aspectos:

En el plano económico, los diagnósticos más conservadores coinciden en señalar que la actual situación no sólo es estable sino tiende a mejorar sostenidamente, y si bien no ha concluido el plazo de las auditorías establecido al inicio de la Nacionalización de los Hidrocarburos, a las empresas petroleras que operaban en el país, se han suscrito nuevos contratos con casi todas ellas. Ello suponen un clima de seguridad jurídica bajo el nuevo régimen impositivo que reconoce a favor del Estado 32% más de ingresos en los principales campos en explotación, lo cual importará un sustancial excedente para encarar las tareas del futuro estratégicamente.

En la minería, la crisis desencadenada por del sangriento enfrentamiento entre trabajadores asalariados (obreros) sindicalizados y cooperativistas en el poblado de Huanuni (Oruro) a comienzos de octubre, luego de suscitar el cambio del Ministro del área, ha impulsado la definición de una política diferente no sin dificultades que pone el acento en la refundación de la Corporación Minera de Bolivia (COMIBOL). La incorporación de más 3000 obreros a la empresa significa de por sí un reto importante que debe asumir la izquierda en el plano organizativo, ideológico y político.

En materia social, tras superar diversos conflictos sectoriales, a nivel del magisterio urbano,  empresarios transportistas, internos de penitenciarías, y la presión de entidades cívico-empresariales regionales, se abren nuevas perspectivas a través del excedente a captar vía la suscripción de contratos con las transnacionales petroleras al amparo del proceso de la nacionalización hidrocarburífera.

El proceso denominado “revolución democrática y cultural” requerido de una conducción orgánica y estratégica, tiene ante sí nuevos retos para avanzar sin concesiones en la senda liberadora.  En razón de todo lo expuesto, el Partido Comunista llama al pueblo de Bolivia, a la clase obrera, a los y las trabajadoras del campo y de la ciudad, a la juventud y a la intelectualidad revolucionaria, a aunar filas en torno a la defensa de la unidad nacional y la democracia, de ahí se protecta nuestra consigna de: FRENTE A LA REACCIÓN, UNIDAD DEL CAMPO POPULAR Y REVOLUCIONARIO

     

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